jueves, 27 de septiembre de 2007

¡Qué rápido pasa el tiempo!


Ayer, mientras escaneaba unas fotos de mi familia donde aparecíamos Aitzi y yo disfrazados y de fondo Leire y Ama, me di cuenta (una vez más) de lo rápido que pasa el tiempo. En aquella foto, yo no tendría ni dos años, pero parece que fuera ayer cuando, seguramente el Aita, nos retrató en lo que parece ser la casa de Aitona y Amona

¡Qué rápido pasa el tiempo!

Ayer, antes de acostarme, me puse a leer un libro titulado Mendi Minez escrito por Ramon Olasagasti. Es un homenaje a los "mendizalez" de Euskal Herria que han muerto en la montaña.
Sólo me dio tiempo a leer el prólogo, pero fué suficiente. Hubo un párrafo que me gustó mucho y que escribo a continuación.

Ez dakit noizdanik neurtzen ditugun mendiak metrotan, edo bizitzak urtetan. Neurtu edo mugatu. Izan zitekeen mendi bat, besterik gabe, ederra, edo itsusi amorratua, edo zorrotza, edo maitea... eta ez zortzimilakoa, seimilakoa edo hirumilakoa. Eta bizitza ere izan zitekeen, luzea edo motza izan ordez, ederra, edo aspergarria, edo sufrikarioa, edo gozamen, edo bizia. Aberatsa da gero euskara: adierazteko bizitza bat intentsitate handikoa, pasioz betea izan dela, bizia esaten dugu. Bizitza bizia. Barruan askotan egiten dit oihartzun behin irakurritako galderak: "Biziari urteak, ala urteei bizia?"

¡Qué rápido pasa el tiempo!

Me dá vértigo ver como pasan los días y tener esa sensación de que no he aprovechado la jornada. Sí, hago mil y una cosas al cabo del día, pero me faltan horas para hacer todo lo que me gustaría. Creo que es una sensación compartida con los que me rodean, y lo peor de todo, dicen... que cuanto más mayor es uno... ¡más rápido pasa el tiempo!

Piko


1 comentario:

Iñigo Beristain dijo...

Que guay lo que has escrito Piko. Yo creo que el hecho de que el tiempo pase rápido es una buena señal. Si no, acordaros de esos momentos eternos en los que no había cojones para que el minutero corriera a lo largo del reloj.

A mí, desde luego, todas las buenas experiencias que he tenido en mi vida han pasado muy rápido. Sin embargo, aún recuerdo lo larga que se me hizo cierta etapa de mi vida que... bueno en fín, cambiemos de tema que no es cuestión de hablar de desamores, je je.

No se si el texto que a continuación adjunto tiene mucho que ver con lo que has escrito. A mí me lo parece pero es que mi cabeza últimamente, en ese rápido pasar de las horas, relaciona cosas muy raras.

Habla del cambio que ha sufrido el mundo en cuanto a la inmediatez de las cosas.

[...] Tiempo ha, cuando los hombres atravesaban el mundo a pie o a caballo o en naves, el viaje los iba acostumbrando a los cambios. Las imágenes de la tierra se desplazaban despacio ante sus ojos, el escenario del mundo apenas giraba. El viaje duraba semanas, meses. El hombre tenía tiempo para familiarizarse con ambientes diferentes, con nuevos paisajes. El clima también cambiaba gradualmente, poco a poco. Antes de que el viajero de la fría Europa alcanzase el ardiente ecuador, ya había experimentado la temperatura agradable de Las Palmas, el calor de El-Mahara y el infierno de Cabo Verde.
¡Hoy no queda nada de aquellas gradaciones! El avión nos arrebata violentamente del frío glacial y de la nieve para lanzarnos, el mismo día, al abismo candente del trópico. De pronto, cuando apenas nos hemos restregado los ojos, nos hallamos en el centro de un infierno húmedo. Enseguida empezamos a sudar. Si hemos llegado de Europa en invierno, nos libramos de los abrigos, nos quitamos los jerséis. Es el primer gesto de nuestra iniciación, es decir, de la gente del Norte, al llegar a África. [...]

Ryszard Kapuscinski